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jueves, 28 de junio de 2012

100% RIESGO: CUANDO EL ORO, ES UN PELIGRO


El oro es una mercancía, que el hombre en el devenir de su actividad económica, ha elegido espontáneamente por sus propiedades y características, como el dinero por excelencia. Al ser una materia prima-dinero, que como tal no puede ser creada de la nada ni a voluntad de su tenedor, es requisito indispensable que para asegurar su existencia, se le tenga a la mano o en un lugar que lo proteja de las ajenas.


Un bien tan valioso, desde luego, requiere medidas de seguridad que lo resguarden de eventuales robos que serían desastrosos. Así pues, el oro en su forma física constituye propiedad privada para quien lo tiene, un activo sin riesgo de contraparte.
Esta obviedad no siempre entendida por los modernos inversores, tan acostumbrados a la sofisticación y la subjetividad, resulta fundamental para comprender los riesgos a los que se está expuesto cuando lo que se tiene, en lugar de oro, es cualquier instrumento que constituya una mera representación de él.
En este entendido, no podemos soslayar que el 12 de junio pasado, se dio a conocer una importante declaración conjunta entre tres reguladores bancarios estadounidenses –la  Reserva Federal (Fed), la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC, organismo federal que garantiza los depósitos bancarios) y la Office of the Comptroller of the Currency, en la que informaron de su propuesta de cambios a las reglas de capitalización actuales. Estos ajustes, de implementarse, entrarían en vigor a partir del 1 de enero de 2013.
Entre las reglas a reformar está una fundamental: que el oro sea clasificado como “activo de riesgo cero”, a nivel del efectivo y los bonos del Tesoro, por ejemplo. Aquí el comunicado íntegro http://1.usa.gov/LCEfQM del que se recomienda revisar sus anexos. La ponderación actual de riesgo para el oro es de 50 por ciento.
El punto medular en el planteamiento de estas agencias es que la clasificación de riesgo cero, aplicaría solo a “lingotes de oro mantenidos en bóvedas propias de la organización bancaria, o bien en bóvedas de otra institución de depósito en forma asignada…” O sea, siempre que se tenga derecho sobre barras específicas y localizadas, no oro papel.
Cabe destacar que ese mismo texto aparece en la propia legislación que se puede consultar en el portal de la FDIC, en específico el punto III. C.1 de este apéndice de la Bank Holding Company Act http://1.usa.gov/LPWb7j, que en su pie de página número 36 aclara: “Todas las demás posesiones de lingotes están asignadas a la categoría de riesgo 100 por ciento”. En otras palabras, una aparente contradicción nos choca de frente: ¿cómo es que puede serlo si se trata de un activo sin riesgo de contraparte?
La respuesta es sencilla. La tenencia de oro solo en el papel, y no sobre barras con número de serie conocido en bóvedas determinadas, estará siempre expuesta a un impago a causa del sistema de reserva fraccionario con que operan los llamados Bullion Banks (bancos especializados en metales preciosos). Un oro 100 por ciento en riesgo, más que una protección, según vemos.
De ahí que la regla número uno de inversión en oro y plata, sea que el que tiene la posesión material del metal, es en realidad su dueño; los demás, tienen solo una promesa de entrega. Por eso, se equivocan los inversionistas de todos tamaños, desde los pequeños hasta bancos centrales (como el propio Banco de México), que desdeñan la importancia de la ubicación física de sus reservas áureas.
En medio de la gran crisis global que nos ha tocado vivir, y mientras atravesamos una etapa correctiva en la dupla de metales preciosos, queda claro que su mercado alcista dista mucho de terminar, pues sus fundamentos además de sólidos, se seguirán multiplicando de concretarse estas propuestas. ¿Quién quiere correr riesgos innecesarios con la endeble situación financiera de Europa, y la inevitable crisis fiscal de Estados Unidos? La respuesta no es difícil de encontrar, como tampoco el refugio al que tarde o temprano, todo mundo habrá de correr.

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miércoles, 20 de junio de 2012

OPERACIÓN TWIST: A LAS PUERTAS DE LA DEPRESIÓN

21 de junio de 2012 (Guillermo Barba) Ayer la Reserva Federal de Estados Unidos, volvió a dejar con las ganas de estímulo monetario adicional a todos los que, más por deseo que por razones fundadas, veían como inminente una tercera ronda de “Flexibilización Cuantitativa” (QE3). En este espacio anticipamos hace unos días que las probabilidades de que su presidente, Ben Bernanke, anunciara esta medida, no eran todavía muy altas (http://bit.ly/KyTlsa).

En cambio, el anuncio que hizo de la extensión de la llamada Operación Twist, que consiste en reemplazar parte de su tenencia de bonos de corto plazo por deuda con vencimientos más lejanos, puede entenderse como una versión QE 2.2, pues mantiene su hoja de balance a la vez que busca seguir presionando, es decir, manipulando, a la baja las tasas de interés. El objetivo, como siempre, es reducir los costos de endeudamiento y así impulsar el crecimiento económico: un fracaso garantizado, pues la medicina para un enfermo de sobreendeudamiento, no puede ser más deuda.

Este aspecto de sentido común, parece no ser comprendido tampoco del otro lado del mundo, por la mayoría de países europeos en problemas que lucen muy indignados con la negativa alemana, expresada en la canciller Merkel, de ceder a cualquier mecanismo que implique la asunción directa o indirecta de deudas que no son suyas. De ahí que la idea de los eurobonos, y ahora la de las euroletras de corto plazo, hayan nacido muertas muy a pesar de sus promotores principales: el italiano Monti y el francés Hollande.

Dado que toda presión siempre produce resultados, tanto negativos como positivos, es previsible que Alemania termine cediendo, en parte, a las exigencias de sus contrapartes. Sin embargo, la ingenuidad de Hollande y compañía, raya en la estupidez si de verdad creen que la “ayuda” que pueda proporcionar el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) permanente –que entrará en vigor en julio, o el Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera, podrá “calmar” a los mercados comprando bonos soberanos.

Al contrario. No lo hará porque el alza en los rendimientos de estos, que encarece el financiamiento a sus países, es solo el síntoma y no la causa de sus desgracias. Ese eventual “auxilio” de cualquiera de los Fondos, servirá para que aquellos inversores que tengan títulos de deuda, sobre todo de los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), se “limpien las manos” de bonos basura a mejores precios. La enseñanza es clara: se puede intentar controlar el mercado artificialmente, pero no para siempre ni sin consecuencias peores que las que se quería evitar.

Al final, el mercado siempre gana, y los rendimientos que se quería comprimir terminarán por estallar. Y es que no importa a qué condiciones una nación se comprometa hoy, si ya se sabe por experiencia que las palabras y promesas, se las lleva el viento.

Es por esto que los peligros de desintegración futura, aunque aún no inminente del euro, no desaparecerán. Es más, de seguir estirando la liga de la resistencia de Alemania, se podría llegar al punto en que incluso esta, se plantee la conveniencia de excluirse por sí misma del euro, para volver al marco. El experimento así, habría terminado.

En este contexto, hoy que las luces de alerta económica no dejan de encenderse en Europa, que la Fed en Estados Unidos ha reducido sus pronósticos de crecimiento y que las manufacturas de China se siguen desplomando, queda claro que lo que hoy aparece como una desaceleración, se enfila hacia una nueva recesión global. Sí, una que probará que de nada sirvieron los intentos por evitarla, y que a la postre será vista como la fase dos de esta nueva Gran Depresión, que comenzó en 2008.



memob@hotmail.com

viernes, 15 de junio de 2012

BASTA YA DE ESPECULACIONES, SÍ HABRÁ FLEXIBILIZACIÓN CUANTITATIVA QE3


 México, D. F., 15 de Junio 2012 (Guillermo Barba) – En el sistema financiero global que nos ha tocado vivir, es la deflación (entendida como la contracción crediticia), y no la inflación (su expansión), el causante supremo del pánico que sufren los que se benefician más de él. No podría ser de otra manera, si consideramos que esa estructura, para funcionar, depende justamente de la expansión al infinito, de algo que por definición no se puede: la deuda.

Eso explica también por qué, este castillo de naipes en realidad, está construido de dinero fíat que puede ser creado a voluntad, sin el respaldo del oro. Una molesta piedra en el zapato que, hecha a un lado, permitió dar paso a una etapa de crecimiento económico inimaginable, en la que el alza perpetua de los precios se convirtió en parte de la vida cotidiana, y en el arma perfecta e invisible de gobiernos cada vez más intervencionistas.

Por ello, no gusta en absoluto a los principales gobiernos y bancos centrales, que el ciudadano en su búsqueda instintiva de buscar protección y salida a sus problemas, comience a pagar sus deudas y reducir gastos, pues esto es “malo” para el crecimiento económico.

Los párrafos anteriores, nos ayudan a entender, de fondo, por qué la creación monetaria permanente, expresada en las llamadas flexibilizaciones cuantitativas (QE, en inglés), está más que garantizada, con todo lo que ellos significa para el futuro de los metales preciosos: oro y plata.

Sin embargo, mucho se especula sobre si la más representativa de todas, la fase QE3 de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), llegará en la próxima reunión de su Comité de Mercado Abierto (FOMC), a celebrarse el 19 y 20 de junio. En opinión de esta columna, las probabilidades de que su presidente, Ben Bernanke, anuncie ya una nueva compra de bonos del tesoro y activos respaldados en hipotecas, todavía no son muy altas.

Eso, a pesar de las pésimas noticias económicas, y de un evidente cambio de ánimo que da visos de desesperación en varios grupos de poder, como los representados por Goldman Sachs, que a través de Jan Hatzius ha expresado su “confianza” en que el FOMC, relajará la política monetaria en su encuentro de la próxima semana. Ya podemos imaginar el tipo de cabildeo y presiones que están ocurriendo detrás del telón.

Ahora bien. Toda flexibilización cuantitativa, además de un fenómeno monetario, es también político. Los tiempos electorales en Estados Unidos distan mucho de estar en su punto álgido, y la aprobación de Obama se mantiene más o menos estable. Todo ello compensaría, en parte, la innegable desaceleración de su economía, la caída del Índice de Precios al Consumidor y el desendeudamiento hipotecario de las familias americanas entre otros pésimos datos que, no obstante, pueden ser aún peores en los meses por venir.

En este sentido, de no anunciarse el QE3 la semana siguiente, el pronóstico es que se lanzará, a más tardar, en la reunión del FOMC del 12 y 13 de septiembre (nota: en esta columna se adelantó con exactitud, lo que más tarde sería el lanzamiento oficial del QE3, ver el enlace), que al igual que la de junio, presentará un Resumen de Proyecciones Económicas y una conferencia de prensa de Bernanke. Hagan sus apuestas. Lo cierto es que, la reelección de Obama y el QE3, son elementos que deben estudiarse juntos como lo que son: la cara y la cruz de una misma moneda.

Guillermo Barba




memob@hotmail.com

viernes, 8 de junio de 2012

EL PRECIO DEL ORO, LISTO PARA EXPLOTAR

México, D. F., 8 de Junio 2012 (Guillermo Barba) – Cuando se trata de tocar el tema del mercado del oro, muchos son los aspectos que se deben cuidar para no dejarse llevar por apariencias, trampas o malos consejos de expertos que, en el mejor de los casos por error, y en el peor por mala fe, orillan a los inversores a tomar malas decisiones. Como dijo un clásico, aquel que engaña siempre encontrará a alguien que se deje engañar.


Lo mismo aplica para los medios de comunicación especializados, que por su dinámica propia muchas veces conducen a anticipar conclusiones, a poner encabezados en las notas que no se corresponden con lo declarado por alguien, a interpretar de forma equivocada algún comentario, etc. Lo mejor, en todo caso, es conocer los hechos, ponderar las opiniones de los diferentes expertos en la materia y asumir uno mismo las consecuencias de sus determinaciones.

Así las cosas, pese a todo el ruido que existe en su entorno, la realidad es que la dupla de metales preciosos, oro y plata, sigue inmersa en un mercado alcista mayor que dista mucho de haber llegado a su fin, y que casi nació con el siglo. Dicho de otro modo, el “toro” de oro, no ha muerto (http://bit.ly/u000jU). Esta circunstancia, por supuesto, no obsta para que a lo largo del camino haya correcciones también mayores, como la que inició hace más de nueve meses en el oro y casi 14 en la plata, pero que deben verse como lo que son: un descanso en el camino, no el fin de sus mejores tiempos.

En este sentido, cabe subrayar que incluso afamados inversores de la talla de George Soros, por ejemplo, han estado equivocados más de una vez respecto al oro. Cómo olvidar que él mismo se deshizo del 99 por ciento de sus posiciones en el metal, durante el primer trimestre de 2011, en que promedió apenas 1,384.37 dólares la onza. Hubo quien interpretó esto como “el comienzo del final” de este mercado al alza. Vaya decepción para quien meses más tarde, vieran subir su cotización a un nuevo máximo histórico por encima de los 1,900 dólares. Perdieron el tren.

El mismo Soros parece haber querido enmendar su falla, al adquirir acciones del mayor fondo cotizado de oro del mundo, el SPDR Gold Trust (GLD) en el tercer trimestre de ese mismo año, cuando el oro promediando 1,700 dólares la onza. Vaya, vaya. De ahí que encabezados como los que se leyeron en Bloomberg en diciembre pasado, diciendo que Soros veía los precios del metal “al borde de un mercado bajista”, estaban más que desfasados. La prueba es que hoy sabemos, el fondo de este inversionista cuadruplicó su participación en el GLD en los primeros tres meses de 2012, con el metal a una media de 1,690 dólares. Esta vez, seguro que no quiere equivocarse.

Desde entonces la corrección del oro ha continuado, y desde el punto de vista técnico es posible que la tendencia continúe por varios meses más, a nuevos mínimos, sobre todo en el caso de una eventualidad comparable a aquella quiebra de Lehman Brothers. Sin embargo, la fortaleza e independencia que el rey de los metales ha demostrado en las últimas jornadas en que los principales índices bursátiles se han desplomado, son solo una pequeña señal que, entrelíneas, nos dice que al final del camino seguirá siendo el último refugio de pie.

Después de todo, su condición de dinero junto con la plata, lo aparta del resto de las materias primas (commodities), y lo pone en una posición de privilegio dual, desde donde sorteará las vicisitudes propias de un colapso deflacionario como el que estamos atestiguando, que gobiernos y bancos centrales querrán seguir compensando con las falsas medicinas de los déficits públicos y masivas impresiones monetarias (QE). La verdadera época de oro, está por venir.

Guillermo Barba/OroyFinanzas

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