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viernes, 24 de junio de 2011

MÁS DESEMPLEO, ¿CÓMO SOBREVIVIR A UNA ECONOMÍA DE "GATO MUERTO"?

Ayer el INEGI (México) dio a conocer las cifras de desempleo para mayo, con un resultado que para los seguidores de las versiones oficiales, fue sorpresivo por elevado: más de 2.5 millones de mexicanos buscan un trabajo, sin encontrarlo. La tasa desestacionalizada de 5.54 por ciento de la Población Económicamente Activa, es la más alta de los últimos 13 meses, dato que se suma a una larga lista de malos indicadores en la economía nacional y su principal propulsor: Estados Unidos.

No por nada esta semana el mismísimo Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed, su banco central) admitió el freno de la todavía economía más grande del planeta, que los conducirá a un periodo prolongado de más desempleados y menor crecimiento. Por eso vale la pena imaginar que México es aún como una gran lancha, cuyo motor externo se está quedando sin combustible y a la deriva.

No podría ser de otra forma. Ese combustible que se utilizó para revivir de manera temporal a la mermada economía gringa (impresión monetaria masiva sumada a colosales déficits fiscales), está a punto de agotarse. Eso explica además, entre otros factores, las recientes caídas en los índices bursátiles y commodities como el petróleo, oro y plata, etc., que se irán acentuando conforme aumente el pesimismo.

En el medio financiero se usa una analogía conocida como “el gato muerto”, para explicar una situación como esta. El razonamiento es el siguiente: si tú arrojas un gato muerto de un edificio de 50 pisos, es probable que rebote cuando golpee el piso; pero no significa que haya revivido…todavía está muerto. Así pues, esta obviedad nos ilustra la ilusión de la “recuperación”, que en realidad no era otra cosa que un mero rebote de un enfermo terminal: el sistema económico basado en el endeudamiento exponencial que, por definición, no puede durar para siempre.

De ahí que intentar resolver un problema de consumo, deuda y crédito excesivos, empleando más de lo mismo, sea sencillamente estúpido.

El origen de esta fantasía, está a punto de cumplir 40 años en agosto, pues fue en 1971 cuando se abandonó el último vestigio del patrón oro. En aquella data, el presidente estadounidense Richard Nixon, eliminó esa ancla que estorbaba a la libre creación de crédito y dinero, y cuya acción se convirtió en el “pecado original” que nos ha llevado a la arruinada economía mundial de hoy.

Ahora bien, retomando el dato inicial de este artículo, el elevado indicador de desempleo en mayo es cosa del pasado. Es decir, si bien la información nos es útil para confirmar lo que en este espacio hemos venido adelantando desde hace meses, no es más trascendental que mirar hacia delante. Si ya sabemos lo que vendrá mañana, tenemos solo dos opciones: no hacer nada, o ser proactivos. Sobra decir que lo segundo da mejores rendimientos, por lo que vale tener presente las tres “i” más importantes para nuestras finanzas personales: inflación, impuestos e intereses.

De ellas, sobre las que menos control tenemos a escala individual, son las dos primeras. La última, intereses, está en función de algo sobre lo que sí podemos manejar mejor, que es nuestro nivel de deuda. Para la mayoría de las personas (que no lleva una adecuada administración de su dinero), quizás lo más conveniente sería empezar a liquidar sus cuentas pendientes, y formarse poco a poco un hábito de ahorro e inversión.

Si uno está dispuesto a pagarle a alguien más intereses a cambio de capital, qué mejor que pagárselo a uno mismo. A final de cuentas, el círculo virtuoso inversión-ganancias-reinversión, puede ser la guía sencilla y perfecta para navegar en medio de una tempestad como la que se avecina, y de la que muy poco habremos de escuchar en los medios masivos de comunicación, hasta que sea demasiado tarde.

Twitter: @memobarba

viernes, 17 de junio de 2011

LAS MENTIRAS DE GRECIA

Grecia se encuentra al borde de un profundo abismo. Los excesos de gasto y endeudamiento que cometieron y siguen cometiendo los griegos, los han conducido a toda velocidad a un callejón sin salida llamado “bancarrota”. Para quien guste de pensar con base en el sentido común, ese inevitable desenlace estaba “cantado” desde un principio, y pese a ello, hay todavía quienes se empeñan en afirmar que el problema griego tiene solución sin incurrir en una moratoria de pagos, o reestructuración, como se le suele llamar eufemísticamente a una quiebra.

¿Usted le prestaría dinero sin límite a algún vecino apurado, que necesita el dinero para poder pagar los intereses de su hipoteca? La única respuesta lógica, es no. Toda proporción guardada, Alemania y en menor medida Francia se han convertido en esos vecinos acaudalados, que han financiado gran parte de las deudas de países periféricos como Grecia, Irlanda y Portugal.

En ese mismo orden, todos han ido cayendo como fichas de dominó para terminar suplicando por rescates financieros a las puertas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Central Europeo (BCE), para poder hacer frente a sus compromisos de pago de deuda. El juego no sólo amenaza con no detenerse, sino con arrastrar también tarde o temprano a España e Italia.

Las sirenas de alerta que ha lanzado el mercado, advirtiendo estos peligros, llevan mucho sonando por la vía de los rendimientos de los bonos de deuda gubernamental. Cuando las tasas de rendimiento van a la alza, se debe a que el valor de sus bonos va a la baja. Esta aparente contradicción, se explica gracias a los básicos de oferta y demanda: un bono altamente demandado será más caro, y al tener que pagar más por él, los intereses fijos que paga serán menores en proporción al capital invertido.

En cambio, un bono con poca demanda verá sus rendimientos dispararse, pues la desesperación del tenedor lo hará liquidarlo incluso con pérdida, con tal de deshacerse de él; de este modo, el adquiriente obtiene una mayor utilidad vía cobro intereses respecto a lo invertido… en teoría.

Y es que por supuesto, para que ese último caso opere, tiene que darse una condición obvia: que el deudor, de veras pague lo que ha prometido. Es justo ese el problema con Grecia, pues las apuestas apuntan a que más temprano que tarde, terminará por no cumplir. Para darnos cuenta de lo que dice el mercado, la tasa que “pagan” los bonos griegos, irlandeses y portugueses están en máximos históricos.

El rendimiento del bono griego a dos años, por ejemplo, está sobre niveles de 28.15 por ciento, que contrasta en forma dramática con el alemán de apenas 1.44. Frente a frente, uno es evidenciado como basura.

Las muchas mentiras de Grecia, que empezaron cuando su primer ministro decía que ni siquiera sería necesario un rescate, se siguen multiplicando. Por eso, los alemanes ya han dado muestras de no estar dispuestos a seguir pagando los platos rotos. No por nada la canciller Ángela Merkel quiere aplazar un segundo plan de rescate que quizá no quiera. Los únicos que parecen seguir creyendo en los helenos, son los funcionarios del FMI que se dicen dispuestos a mantener los apoyos, si se toman las medidas de austeridad y ahorro que, hay que decirlo, tampoco han querido cumplir por la presión social sobre el gobierno.

Las proyecciones del propio BCE cifran en 166 por ciento del PIB la deuda bruta de la República Helénica para 2012, cuando para este año la estiman en 157.7, por lo que cualquier ayuda será mero dinero bueno echado a la hoguera.

Por eso, ya que muchos funcionarios se sienten aún con el poder suficiente para desafiar al mercado, es de esperarse que haya más rescates tipo Grecia para aplazar de nuevo lo inevitable, hasta que una nueva crisis haga caer por su propio peso este enorme castillo de naipes. Eso sí, que no se nos olvide que, del otro lado del planeta, existe un gigante enfermo que tiene peores síntomas que el “enano” griego, y que hoy ruega por que le permitan elevar su techo de endeudamiento para seguir con vida.

Si los problemas de un pequeño causan tanto revuelo, más nos vale ir tomando previsiones para la caída del coloso. No vaya a ser que a algún despistado, lo vaya a agarrar sin una buena armadura de plata, y un escudo de oro.

viernes, 10 de junio de 2011

AHORRO = PROSPERIDAD, DISPENDIO = RUINA

Es sorprendente cómo en la historia de la humanidad, la ingenuidad y/o ignorancia de la gente, han sido aprovechadas por embusteros que buscan sacar provecho. La gran crisis por la que atraviesa el mundo, es así la ocasión perfecta para que los mentirosos utilicen sus mejores trucos para engatusar al que se deje. Es por eso que, pese a que nos encontramos en el ojo del huracán de una verdadera depresión, los mayores responsables de este desastre salen a la luz pública para repetir que todo está bajo control, que “no pasa nada”.

Esto aplica para la gran mayoría de las autoridades gubernamentales y monetarias, pero sobre todo a los protagonistas de esta historia: el gobierno de Estados Unidos y la Reserva Federal (Fed), su banco central. Qué tan mal estarán las cosas, que ahora hasta el presidente de esta última dio ya su primera conferencia de prensa.

Cabe recordar que para supuestamente salir de la recesión que provocó la pérdida de millones de empleos, el cierre de empresas y los mayores rescates financieros de que se tenga memoria, se recurrió a típicas recetas keynesianas y monetaristas: expandir el gasto público e imprimir dinero para inundar de liquidez el mercado. Las medidas fueron fortísimas, y en su momento comentamos que sólo servirían para ganar un poco de tiempo, pero que sería inevitable la recaída.

No era muy difícil predecir esto, sobre todo cuando de antemano sabíamos que la crisis fue provocada justo por recurrir a esas mortales herramientas de derroche. El año pasado, ante signos claros de que ese combustible arrojado a la economía se estaba agotando, la Fed anunció una nueva ronda de compra de bonos del Tesoro por 600 mil millones de dólares (QE2) para volver a “revitalizarla”.

En otras palabras, al paciente terminal se le suministró una nueva dosis de dinero para prolongar su agonía. Cada vez que la Fed compra un bono, el vendedor obtiene billetes frescos con los cuales puede hacer lo que le plazca. El razonamiento era que más dinero disponible estimularía el gasto privado, columna vertebral del sistema. La pinza, la cerrarían las finanzas deficitarias del gobierno. El problema es que esa vieja fórmula que antes funcionó en apariencia, llegó al límite por estar basada en algo que por definición no puede crecer al infinito: la deuda.

De hecho, a partir de 1971 en que se abandonó en definitiva el último vestigio del patrón oro, la gráfica oficial de Deuda Total estadounidense (que incluye la del sector financiero, la de los hogares, la pública en todos sus niveles, etc.) es elocuente: su crecimiento exponencial es perfecto como se aprecia en la gráfica de abajo. Al menos así lo era hasta el estallido de la crisis. No es casualidad entonces que el Foro Económico Mundial haya revelado a inicios de este año que el planeta necesita 103 millones de millones de dólares hasta 2020 para cumplir sus metas de crecimiento

¿Será coincidencia que es casi exactamente el doble de los 52.6 millones de millones de Deuda Total que según datos de la Fed tenía E.U. al primer trimestre de 2011? ¿Es posible que la deuda siga creciendo a este ritmo sin cesar? La respuesta contundente en ambos casos es…no.

El decrépito sistema financiero internacional, se aproxima así a su colapso, víctima de sí mismo, por lo que muchas promesas de pago quedarán sin cumplir. A decir verdad no será la primera vez que un castillo de naipes, como lo es todo sistema monetario basado en dinero “de mentiras”, caiga por su propio peso. No obstante, las consecuencias de esta catástrofe económica son inconmensurables todavía, pues con la invención de las computadoras el dinero ya ni siquiera tiene que imprimirse o acuñarse, es imaginario, un simple dígito.

Hoy, los titulares de todos los diarios financieros del orbe dan cuenta a ocho columnas de los “síntomas recesivos” que se vuelven a presentar. Ante eso debemos estar conscientes de que, pese a ser el camino equivocado, las autoridades reutilizarán tarde o temprano los mismos mecanismos fallidos para ganar tiempo, sobre todo estando tan cerca de las próximas elecciones en el vecino del Norte. Agravar las cosas, no les importa.

Por eso, en lo individual sería fatal esperar que otros resuelvan las cosas. Lo mejor, es tomar las mismas previsiones que tomaríamos de saber que un gran terremoto se aproxima, y tener presente dos igualdades que, cuando se llevan a la práctica, son válidas para personas como países enteros: ahorro = prosperidad, dispendio = ruina.

 Twitter: @memobarba

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Cifras en millones de millones de dólares.